jueves, 8 de septiembre de 2016

EN BUSCA DEL VERDE

Howth
Vivir en una ciudad nueva no me ha sido tan difícil, gracias a bellísimas personas que me han hecho la adaptación lo más sencilla posible. No es tan difícil cuando has vivido en una ciudad toda tu vida. Pero las sensaciones de pasar de ciudad en ciudad son distintas, porque en mi nuevo hábitat tengo la posibilidad de escaparme hacia lo salvaje y natural.

La primera escapada de Dublín fue hacia el norte: Howth, situado a 13 km de la ciudad, en el Condado administrativo de Fingal.  Howth, Binn Éadair en gaélico, es un pueblecito pesquero que sirve en muchas ocasiones como punto de evasión del dublinés agobiado por tanto taxi, tanta bici y tanto autobús de dos pisos.

Allí marchamos un grupo de españoles por el mundo destino Irlanda: la compañía fue de lo más agradable, aderezada con unas vistas espectaculares y un menú “Fish and Chips” para poner la guinda al “Irish cake”.


Ireland´s Eye
Los barcos en el puerto dan la bienvenida al turista, además de las famosas focas. Después de llenar el estómago con pescado y el espíritu con rock del bueno, nos pusimos a caminar por el pueblo. Dejando atrás el puerto, nos adentramos en los caminos de roca y hierba, posando nuestras botas sobre acantilados que, a pesar de no ser los más conocidos no por ello eran menos espectaculares.

A través de los caminos de la Península de Howth, se puede apreciar una isla conocida como “Ireland´s Eye”, a la que se puede ir en barco turístico y contemplar su reserva de aves. Sobre los acantilados, hay caminos que llevan hasta el faro, donde se puede contemplar Dublín a lo lejos, siempre que el tiempo lo permite.

Caminando, riendo, apreciando el paisaje, me di cuenta de lo bonito que era aquello. Y esto fue solo el principio… se trata del prólogo de la historia que Irlanda tiene reservada para mí. Desde que supe que mi siguiente destino era este bello país tuve la sensación de ir a un sitio ya conocido. Esto es imposible, ya que lo más cercano que tenía de Irlanda eran las leyendas asturianas sobre la cultura celta y sus gentes.

Un anillo con símbolo celta me acompaña desde mi adolescencia: un trisquel que me recuerda una conexión con el paraíso natural que es Asturias. Esta conexión se reaviva con el país de los celtas, los vikingos, la cerveza amarga y el orgullo por una tierra tan lluviosa como llena de magia.

El verde y la roca me llamaban a gritos, las vistas me hacían sentir que todo estaba bien, el viento e incluso, la típica lluvia irlandesa, me empujaban a salir hacia lo no explorado. Una celta moderna iba en busca de lo verde, de un “leprechaun” y de muchos tréboles. No importa que estos últimos sean sólo de 3 hojas, bastante suerte tengo con estar aquí… 





2 comentarios:

  1. Es imposible en mí, pero casi puedo oler esa brisa marina. Creo que la hoja que falta a ese trébol de cuatro hojas, eres tú misma.

    Besitos

    ResponderEliminar
  2. Cuando vengas vas a recuperar hasta el olfato ;) Gracias Papá, I love you (L)

    ResponderEliminar